Hace unos días, tuve la oportunidad de asistir como ponente a los debates sobre la ciudad que organiza el Colegio de Arquitectos de Valencia. Queremos agradecer desde aquí la invitación, sobre todo al presidente saliente, Mariano Bolant, quien deja muy alto el listón de su trayectoria en el Colegio.
Durante dos horas estuvimos debatiendo sobre la vivienda, sobre la existente y sobre la que saldrá tras esta pandemia que estamos sufriendo. Sobre si las nuevas necesidades manifestadas por los usuarios son pasajeras, debido a lo excepcional de la situación, o si han llegado para quedarse, como por ejemplo la búsqueda de vivienda fuera de las ciudades, las necesidades de jardín o terraza o el tan ansiado espacio extra para el teletrabajo.
Y debatió el presidente del colegio, debatió Nuria Matarredona, Directora General de Innovación Ecológica en la Construcción en la Generalitat Valenciana; debatió José Mª Lozano Velasco, arquitecto, Catedrático de Proyectos de la Universidad Politécnica de Valencia y también debatí yo, presentando la encuesta que realizamos desde viviendea.com.
Un debate a varias bandas
Enfocamos el debate en la relación con la administración, en la siempre buscada y pocas veces encontrada colaboración público-privada, en la especulación existente en el mercado de solares edificables, en las terrazas, en las cocinas abiertas, en los jardines, en la preferencia por viviendas fuera de las “poco amables” ciudades, en el alquiler.
Otro debate más, muy interesante, pero con un problema: Seguimos debatiendo de vivienda, de mercado, de suelos, de cómo se “entiende lo que necesitan la personas” en materia de vivienda desde nuestro punto de vista, cuando el problema está actualmente en las personas y en “su” punto de vista.
Sin personas con trabajo, con ahorros, con confianza no hay cliente y sin cliente no hay mercado. Sin mercado no hay oferta y no hay trabajo para generar confianza a las personas. La pescadilla que se muerde la cola.
Y saldrán más debates y seguiremos debatiendo hasta que, entiendo, empecemos a enfocar el problema dónde está, en qué sociedad queremos construir entre todos. Quizá lo complicado de la respuesta haga que no se ponga el debate encima de la mesa. No vaya a ser que encontremos alguna solución incluso para la vivienda.