Mi padre nació cuando a las generaciones no se les ponía etiquetas. Cuando tenía más valor lo que hacías y no la capacidad para contar lo que vas a hacer, aunque luego no lo hagas.
Nació junto a una generación que valora la propiedad y, en gran parte, compró vivienda, también como inversión, pese al esfuerzo y la responsabilidad que les supuso.
Y si todo hubiera ido bien, seguramente ahora disfrutaría de una jubilación holgada y de una vivienda en propiedad, como el resto de su generación, que también disfruta de sus nietos y de cierta tranquilidad.
Las reglas de la vida
Pero la vida no va donde uno quiere, las reglas cambiaron a mitad de partido y la cómoda pensión se truncó por la crisis del 2007, la vivienda en propiedad desapareció y los nietos nacieron en otra ciudad. Y ahora, con menos pensión y sin vivienda en propiedad, se enfrenta en su hoy, lejos de sus nietos, a un mercado de alquiler cada vez más voraz.
Sin un hogar fijo, cada vez más a menudo tiene que buscar una vivienda en alquiler que se ajuste a su pensión. Y cada vez lo tiene más difícil. Cada vez le cuesta más.
Dicen que el millenial no quiere tener. No quiere responsabilidades ni anclas. Quiere disfrutar el hoy. Carpe diem. El problema es que el hoy pasa y llega el mañana. Y el mercado actual de alquiler, con los salarios que tenemos, muy alejados de los europeos, no permite el ahorro. Quizá el millenial no es que no quiera comprar. Es que no puede.
Queremos igualarnos a Europa en vivienda en alquiler cuando deberíamos igualarnos primero en renta per cápita. Mientras llega ese momento, con hipotecas y alquileres a la par, deberíamos buscar soluciones para facilitar el acceso a la compra. Ese bache tan temido del 30% de ahorro que poca gente tiene.
El mañana de hoy
Nos encontraremos con una generación que se tendrá que enfrentar a su mañana, tras haber quemado todo en su hoy, a un difícil mercado de alquiler con una pensión cada vez menor. Pero no porque la vida les puede llevar ahí, simplemente porque así lo han querido hoy. Ya llegará su mañana. Y ya verán que pasa entonces o de qué se tienen que quejar para intentar tener lo que ahora no quieren, o no pueden. Vayan buscando un nombre a los hijos de esa generación.
Aquellos que no tendrán únicamente que ocuparse de sus hijos. Aquellos que tendrán, también, que ocuparse de sus padres.
Por cierto, permítanme una licencia. Gracias Papá, porque con nuestro ayer, soy lo que soy, hoy.
Sergio López Alcover, CEO e impulsor de Viviendea.
Artículo también publicado en El Periódico de Aquí.